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La literatura del cambio

Eva Rexach

19 enero 2017

La literatura de ciencia ficción ha relatado mundos apocalípticos y futuros distópicos en los que el cambio climático amenaza la supervivencia del planeta. Pero algunos autores, como Kim Stanley Robinson, cuentan otra historia. Es la literatura del cambio.

«Not all the winds, and storms, and earthquakes, and seas, and seasons of the world, have done so much to revolutionize the earth as Man, the power of an endless life, has done since the day he came forth upon it, and received dominion over it.» Horace Bushnell

¿Os suena el nombre de George Perkins Marsh? Seguro que no. Sin embargo, este abogado, granjero, editor de periódicos y diplomático fue quien primero alertó sobre los efectos del calentamiento global y el abuso de los recursos naturales. Y lo hizo en un lugar tan decisivo como el Congreso de los Estados Unidos, donde Marsh (congresista republicano, que hablaba veinte lenguas, la mayoría de origen escandinavo) pronunció un discurso casi profético. Corría el año 1847. Años más tarde, en 1864, Marsh publicó Man and Nature, or, physical geography as modified by human action, considerado el primer texto que aborda el tema del cambio climático y el efecto que el hombre tiene en el planeta. El texto está encabezado por la cita del teólogo norteamericano Horace Bushnell, quien también avanzaba lo que hoy conocemos como antropoceno.

Si mencionamos a Perkins ahora es porque 160 años después de aquel discurso profético, su obra todavía aparece citada en las resoluciones de las Naciones Unidas que se refieren al cambio climático. Se trata, pues, de un tema que viene de lejos y que sigue preocupando a la comunidad internacional, y a pesar de que el libro de Perkins no es una obra de ficción, es la primera vez que aparece la idea por escrito. Pero tendrían que pasar todavía algunos años para que comenzara a popularizarse y surgiera como tema literario.

En su relato La hulla amarilla, escrito en los años veinte del siglo pasado, Sigismund Krzyzanowski describe un mundo afectado por el calentamiento global. Es la primera mención en la literatura, que también pasa bastante inadvertida, hasta que, en los años sesenta, J.G. Ballard publica El mundo sumergido, El viento de ninguna parte, La sequía y El mundo de cristal, todas ellas obras distópicas que hablan de un mundo catastrófico afectado por las consecuencias del cambio climático. Ballard sería el autor más prolífico en la materia hasta la aparición de nuevos autores que, ahora sí, han popularizado las historias de ciencia ficción con el clima como protagonista. Es lo que se conoce como «cli-fi», o «literatura del cambio climático».

El héroe del medio ambiente

En 2008, la revista Time definía a Kim Stanley Robinson como un «héroe del medio ambiente» por desarrollar una literatura que desafía el cambio climático a través de historias futuristas que, lejos de ser distópicas, vislumbran un futuro optimista. Sus protagonistas suelen ser científicos («La ciencia debería ser la fuerza más verde de todas», afirma), y la ecología, la justicia social y la naturaleza son temas recurrentes en su obra.

La trilogía de Marte (Marte rojo, Marte verde y Marte azul), escrita en los años noventa, es su principal aportación a la ciencia ficción, y la primera de estas novelas, ganadora del prestigioso premio Nebula, fue definida por Arthur C. Clarke como «la mejor novela sobre la colonización de Marte jamás escrita». En Kosmopolis Kim Stanley Robinson dialogará con Ian Watson, escritor futurista, guionista de A.I., la película de Spielberg y coorganizador del festival Eurocon, que se celebró en el CCCB en noviembre de 2016.

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Plantas inteligentes

La noticia saltaba en septiembre de 2016: las evidencias científicas demostraban que hemos entrado en una nueva era geológica, el antropoceno. El paso del ser humano por el planeta ya es irreversible y lo peor de todo es que las consecuencias afectan no solo a nuestra especie, sino también a todas las que habitan la Tierra. Algunos científicos se oponen al término por considerarlo –valga la redundancia– demasiado antropocéntrico. Uno de ellos es Timothy Morton, creador del concepto dark ecology (podéis leer más sobre ello en este post publicado en el blog del CCCBLab: Una ecología sin naturaleza), quien defiende la idea de que la propia naturaleza es un concepto creado por el hombre, como si el hombre no formara parte de ella. Para Morton, pensar en la naturaleza desde un prisma humano es aplicar un punto de vista erróneo, por lo que propone una reinterpretación antiantropocéntrica de nuestra relación con el mundo.

En esta misma línea, existe toda una corriente científica que se aleja del antropocentrismo para centrarse en nuestros vecinos más cercanos: los animales y las plantas. Stefano Mancuso es uno de los representantes de esta tendencia. Director del Laboratorio Internacional de Neurobiología Vegetal de la Universidad de Florencia, Mancuso es un defensor de la inteligencia de las plantas, que les permite comunicarse entre sí y tener una «vida social» con otros ejemplares. La idea había sido apuntada en una novela de ciencia ficción de 1951, El día de los trífidos, una terrorífica historia que mostraba un mundo apocalíptico invadido por unas extrañas plantas que atacan a los humanos y los dejan ciegos (¿acaso no vemos el daño que estamos infligiendo a la naturaleza?), pero en aquellos tiempos era solo una idea propia de la literatura de ciencia ficción. Hoy sabemos fehacientemente que las plantas poseen, efectivamente, una inteligencia propia, de ahí que se pueda hablar de «neurobiología vegetal» y que, en efecto, son capaces de comunicarse (podéis ver un ejemplo de ello en este vídeo, How trees talk to each other).

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También de plantas hablará Hope Jahren, geobióloga norteamericana, considerada una de las cien personas más influyentes de la actualidad según la revista Time. Una científica que a La memoria secreta de las hojas transmite todo su amor y pasión por la ciencia y, en concreto, por las plantas, a las que ha dedicado su carrera. Según The New York Times, Jahren es en la botánica lo que Oliver Sacks era en la neurociencia: la conjunción perfecta entre la persona de ciencias y la de letras. Kosmopolis en estado puro.

Animales con derechos casi humanos

Según WWF, cada año se extinguen entre diez mil y cincuenta mil especies. Desde el dodo, el primer animal que fue extinguido por el hombre (y que Lewis Carroll inmortalizó en Alicia en el País de las Maravillas) hasta el delfín baiji, posiblemente extinguido en 2006, la lista de especies animales desaparecidas debido a la actividad humana es lamentablemente larga. Pero, si pensáramos que los animales, como nosotros, son seres inteligentes, y que también tienen su pequeño corazón, tal vez seríamos más conscientes de que merecen más respeto.

En esta línea trabaja el conservacionista y escritor Carl Safina, el primer titular de la cátedra de Naturaleza y Humanidad de la Universidad Stony Brook. Safina estará en Kosmopolis para hablar de las inteligencias no humanas: del mismo modo que las plantas, los animales tienen una inteligencia distinta a la nuestra que les permite comunicarse entre ellos y con su entorno. Pero, si un juez puede determinar que un orangután es una persona no humana y que, por lo tanto, tiene unos derechos que deben respetarse, ¿qué nos hace humanos a nosotros?

Más allá de la novela negra

Escandinavia es el país de moda cuando hablamos de novela negra, pero no todo son detectives rodeados de nieve: Jo Nesbø, famoso creador del policía Harry Hole, es asimismo el autor del guión de Occupied, una serie distópica de la televisión noruega que plantea un futuro en que la producción de aceite y gas se ha visto parada y, ante la crisis energética, Noruega se ve obligada a pactar una colaboración con Rusia que, de facto, es una ocupación de territorio. Según Vanity Fair, la historia ya predice la futura geopolítica de Donald Trump, quien ha puesto al frente de la agencia medioambiental de los Estados Unidos a un negacionista del cambio climático.

Y también en relación con el cambio climático, el habitual slam de Kosmopolis se convertirá en una competición de palabras inspiradas en la naturaleza, la Tierra y los animales. Un GreenSlam que contará con poetas nacionales e internacionales que ofrecerán una visión poética –esperanzadora o no– sobre el futuro y el presente del planeta.

Kosmopolis, pues, vuelve a presentar un programa de actualidad, que, bajo el lema «Cuando todo cambia», nos permitirá acercarnos al mayor reto al que nos enfrentamos como especie: el futuro de nuestro planeta. Y, como siempre, la literatura va por delante de una realidad que, para algunos, es todavía una ficción.

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