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Reverberaciones académicas en la obra de W.G. Sebald

16 .02 .2015 - Teresa Vinardell

El siguiente artículo trata de reunir algunas aproximaciones a la obra de W.G. Sebald, cuya vigencia parece responder a resonancias evocadoras de muchas de las nociones desplegadas por la teoría literaria y cultural en los últimos decenios. La memoria, la imagen, la temporalidad, el viaje y la intertextualidad conforman un pequeño abanico de temas bastante indicativos de la vitalidad caleidoscópica de la prosa de este autor alemán.

[Traducido por Bernat Pujadas Uriach] 

La ambivalencia del archivo

Anselm Kiefer exhibition at the Grand Palais

Anselm Kiefer, exposición en el Grand Palais / Wikimedia Commons

W.G. Sebald empezó a escribir ficción en el contexto de la reunificación, circunstancia que en Alemania favoreció el análisis de la consciencia histórica. No es extraño, pues, que entre algunos intelectuales aflorara el deseo de reactivar ciertos planteamientos críticos, formulados entre 1960 y 1970. Con todo, Sebald no aplicó esta revisión tan solo a cuestiones específicamente alemanas, sino que en su obra abarcó aspectos clave de la modernidad en Occidente, incluyendo algunos efectos de los pretendidos triunfos de esta sobre la naturaleza, la sociedad y el individuo, como apunta J. J. Long. Este estudioso británico lee a Sebald desde el análisis que hizo Michel Foucault de los dispositivos del poder y se fija particularmente en cómo el autor alemán representa los procesos archivísticos (fotografiar, referenciar…) y las instituciones destinadas a preservar la memoria y la identidad, tanto individual como colectiva (museos, bibliotecas…). Long destaca la ambivalencia con que Sebald connota estos intentos de registrar lo real, dado que, a pesar de su importancia a la hora de construir la subjetividad moderna, son también esenciales para un poder disciplinario que pretende someterla a una burocratización creciente. A fin de reflejar los mecanismos de este poder y su ocultación, Sebald no duda en dejar que su escritura siga también la lógica propia de un archivo, aunque fragmentario y azaroso, para así desenmascararla.

Imágenes de la rememoración

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De la edición americana de Austerlitz / SEBALDIANA [ cc ]

En una conversación con Christian Scholz, Sebald admite que las imágenes encontradas espolean su imaginación. El atractivo de las fotografías, que colecciona, reside para él en la capacidad de detener momentáneamente el flujo del tiempo, de capturar la presencia de una persona o un objeto y transformarla en fascinación que arranca de su mundo a quien lo observa y lo catapulta a otro mundo desconocido entre la existencia y la desaparición. Aparentemente, este aspecto enigmático de la imagen entra en contradicción con la ubicua preferencia de nuestros tiempos por lo visual. Sebald también parece responder críticamente a este fenómeno subrayando la ambigüedad de toda imagen, que impide tomarla sin más como testigo fidedigno, y el carácter relativo de toda interpretación que se haga de ella.

En torno a las complejas relaciones entre imagen, ficción y recuerdo gira el proyecto audiovisual «El turista de la memoria» del artista Fernando Baños Fidalgo, que parte de la reflexión desencadenada por la lectura de la novela Austerlitz sobre estas cuestiones. Baños se apoya en conceptos de Henri Bergson y Gilles Deleuze, entre otros, a la hora de analizar cómo puede reconocer el protagonista la imagen de su madre, décadas después de haber tenido que separarse de ella para siempre a la edad de cuatro años, de entre todos los fotogramas de un falaz documental nazi sobre el campo de Theresienstadt. Bergson distinguía entre un reconocimiento automático de la imagen y otro reconocimiento atento, capaz de extraer sus rasgos característicos. Deleuze puntualiza que el reconocimiento atento conecta estos rasgos a una imagen virtual, una “imagen-cristal” donde se imbrica lo objetivo y lo subjetivo. Este concepto, de carácter marcadamente dialéctico, servirá a Baños para describir cómo reconstruye Sebald el pasado íntimo de Jacques Austerlitz: con intermitencias, reflejando las resistencias a hacerlo y dando cabida, por lo tanto, a sentimientos e intuiciones ambivalentes. Las mencionadas imágenes-cristal, que solo pueden comprenderse en un tempo ralentizado, suponen una cesura en el fluir del pensamiento.

Patrones musicales aplicados al tiempo narrado

La reflexión sobre qué imágenes inciden en la memoria y cómo lo hacen para que los recuerdos puedan articularse muestra similitudes con aquello que provoca en la percepción de la temporalidad el uso o la evocación literaria de ciertas estructuras musicales, según apunta Michal Ben-Horin. Esta comparatista se refiere a la clasificación que hizo Jonathan Kramer de ciertos esquemas músico-temporales, y en particular al efecto de “tiempo vertical”, acumulativo más que extensivo, que puede generarse mediante el uso sistemático y extremo de la repetición. Según Ben-Horin, a fin de conseguir el efecto de alguien que, a medida que narra, profundiza más y más en los recuerdos reprimidos, Sebald haría un uso eminentemente metafórico de estos patrones repetitivos en sus obras, como cuando puntualiza quién habla en las largas conversaciones que mantienen el narrador y varios personajes, que en lugar de desplegarse como un continuo de principio a fin, avanzan y retroceden aleatoriamente.

Periplos y digresiones

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Tacita Dean y archivo fotográfico / SEBALDIANA [cc]

A menudo se ha hablado del carácter hipnóticamente errático de la prosa de Sebald y de cómo esta característica formal se corresponde con la temática del desplazamiento, tan importante en la escritura del autor alemán. En su estudio comparativo entre las poéticas de Sebald y Juan Goytisolo, Jorge Carrión distingue entre los viajeros pro-espaciales, de mirada blindada contra la autocrítica, y los contra-espaciales, que son los que, al alejarse de su país, cuestionan la herencia cultural, política y social que conforma su identidad. Carrión sitúa a los dos autores escogidos dentro de esta última categoría, pero observa diferencias notables, tanto en las cartografías que parecen guiar los respectivos desplazamientos (de norte a sur, en cuanto a Goytisolo, y de este a oeste en el caso de Sebald —en dirección contraria, pues, a la de la deportación nazi) como también en el proceso de depuración al que cada uno somete su lengua materna. En el caso de Sebald, esta singular ascesis arranca con la voluntad de superar una doble crisis lingüística: por un lado, la que había expresado Hugo von Hofmannsthal en 1902 en Una carta, o sea, la consciencia de que el lenguaje simplifica la realidad y no sirve para reflejar con exactitud toda su complejidad, sino que más bien la oculta. Por el otro, el horror y la vergüenza de la perversión política del lenguaje, que Sebald tuvo que asumir como hijo que era de la generación de verdugos. El proceso ascético se concreta en el uso de frases y expresiones en inglés, francés o italiano incrustadas en su prosa y en un intento de conectar estilísticamente y a través de citas, más o menos camufladas, con la tradición judeoalemana, que pone una atención exquisita en los nombres —un aspecto, este, estudiado también por Iris Denneler.

Pero el desplazamiento (incluyendo la caminata, el viaje, el exilio…) no solamente es explorado por Sebald como un tema que contribuye a su particular arqueología cultural. Es muy notable en él la espacialización del estilo, que denominaremos «periscópico», empleando un adjetivo que el mismo Sebald aplica a Thomas Bernhard en una entrevista con Michael Silverblatt. En cuanto a la digresión como estrategia textual reiterada, J.J. Long trata de analizar su funcionamiento teniendo en cuenta que, en la mayoría de los textos de Sebald, ni el inicio ni el final permiten entender su dinámica en función de términos como «enigma» y «resolución». La digresión, pues, no puede concebirse siempre como un cambio de dirección respecto a un itinerario ya establecido de entrada, porque el discurso sebaldiano deja bien clara a los lectores su desorientación desde el inicio. En consecuencia, tampoco los finales de Sebald suelen ofrecer una comprensión retrospectiva inmediata. La coherencia del relato se consigue a través de múltiples coincidencias y tejiendo también una densa malla de motivos repetidos, de manera que, en general, los finales operan de manera metafórica respecto al conjunto del texto, condensando ciertas líneas temáticas que lo atraviesan.

 Narrar en tiempos del declive de los grandes relatos

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Buscando a Sebald / SEBALDIANA [cc]

Claudia Öhlschläger se centra en el que considera el objetivo primordial de los textos de ficción de Sebald y, por extensión, también de muchos de los autores estudiados por este como académico: narrar la vida dañada. Sebald trata de reconstruir aquella historia que ha sido abandonada a la destrucción o a la decadencia, pero también se esfuerza en comprobar las condiciones de posibilidad del recuerdo y, muy especialmente, en trasladar eficazmente estos recuerdos al lenguaje. En todo caso, cuestiona aquellos intentos de rememoración historiográfica que aspiren a la coherencia y al consenso. Esta estudiosa analiza las modalidades de recuerdo –fragmentarias y aparentemente poco precisas– que interesan a Sebald. Todas ellas adoptan estrategias como el desplazamiento, la condensación o la somatización. En este sentido, la cualidad de lo dañado, que define las vidas evocadas por Sebald, se traslada también al plano estilístico y poetológico, y adquiere así una innegable dimensión ética. La atención en el detalle, surgida de una actitud empática, hace patente un deseo de restitución, si bien modestísima en comparación al mal infligido.

Lucie Campos explora una selección de ficciones que responden a procesos de duelo problemáticos. A su juicio, una de las inquietudes que parece incidir tanto en Sebald como en Imre Kertész y J. M. Coetzee es la cuestión de cómo establecer un vínculo con la tradición que permita referirse a la barbarie, sin caer en la ingenuidad o la soberbia de creer en una reparación posible. Los tres autores rechazan la pretensión de inscribirse dentro de un “gran relato” consensuado, así como una concepción de escritura replegada sobre si misma. Reivindican, en cambio, una ficción surgida del declive del arte de narrar después de la Gran Guerra —que Benjamin ya diagnosticaba en el ensayo El narrador—, que se vea a si misma como espacio de transmisión de continuidades y de discontinuidades no maquilladas. Esta ficción, vertebrada por una poética necesariamente fragmentaria y experimental, polifónica, exige de nosotros un nuevo pacto de lectura entre narrador y lector. Afortunadamente, sin efectos secundarios sobre el placer de leer.

Teresa Vinardell es doctora en Filología Anglo-Germánica por la Universitat de Barcelona, y profesora titular en el Dpto. de Humanidades de la Univesitat Pompeu Fabra. Su trabajo se centra en el estudio del romanticismo alemán, la literatura autobiográfica, la lírica contemporánea en lengua alemana y la recepción literaria y sus reescrituras. Ha traducido, entre otros autores, a Robert Walser, Friedrich Schiller y Hannelore Valencak. Sobre W.G. Sebald destaca su artículo La obra de W.G. Sebald (2006) publicado en el Portal de las Humanidades Liceus.